Las cifras globales revelan que es mayor el bienestar de la infancia en las ciudades en comparación con las condiciones en que viven los niños en los sectores rurales, ya que tradicionalmente el campo se ha relacionado con niveles de educación bajos y difícil acceso a la salud. Pero el progreso urbano no es el más favorable, todos los días, millones de niños de vecindarios marginados y que viven en las zonas menos favorecidas de las ciudades hacen frente a grandes dificultades y a la vulneración de sus derechos.
La Convención sobre los Derechos del Niño establece que a los menores se les debe garantizar su pleno desarrollo; protección contra el abuso, la explotación y la discriminación; y la participación en la vida familiar, cultural y social. A pesar de esto, muchos de estos deberes no se cumplen.
Según el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), uno de cada tres residentes de las ciudades vive en condiciones marginales, sin seguridad de la tenencia y en lugares sobrepoblados y antihigiénicos caracterizados por el desempleo, la contaminación, el tráfico vehicular, la delincuencia, el alto costo de vida, la baja cobertura de los servicios y la competencia por los recursos.
Los anteriores datos confirman que aunque a lo largo de los años las ciudades se han asociado con el empleo, el desarrollo y el crecimiento económico, cientos de millones de niños y niñas en las zonas urbanas del mundo están creciendo en medio de la escasez y las privaciones.