¿Qué universidad necesitamos?

03.11.2012 10:42

Aunque suene a frase de cajón, siempre se ha dicho que “el estudiante hace la universidad” y es que no importa si el centro de estudio es privado o público o siendo más exactos como lo presenta Elcides Olaznog, rico o pobre. Más allá de estas categorías lo que realmente le otorga valor a la calidad de las universidades es el estudiante y la actitud que éste toma frente a su educación.

 

La crítica al estado de la educación superior en Colombia ha sido una constante, se reclama que en el país no hay universidades que estén en capacidad de formar las nuevas generaciones, se habla mal de los contenidos de los programas, de los procesos de aprendizaje que se gestan en las aulas, de la cualificación de los docentes y de mil problemas más que con el pasar del tiempo y según la opinión de los estudiantes van en ascenso.

 

Precisamente para paliar y dar pronta respuesta a las exigencias de los universitarios el Estado y las universidades privadas han venido adelantando una serie de programas y actividades; sin embargo esto no ha sido la solución a los incontables errores que tiene el sistema educativo y esto no quiere decir que ellos sean los organismos más proactivos y efectivos del caso.

 

Estando las cosas así, sólo queda preguntarse entonces ¿qué universidad necesitamos? y si la respuesta no está ni en los  recursos físicos, ni económicos, ni mucho menos en los humanos, todo le apunta a unos actores del proceso que poco o nunca se cuestionan por su papel, los estudiantes.

 

Los universitarios parecen estar muy cómodos en su papel de reclamantes, pero a la hora de evaluar sus procesos Pilatos les queda en pañales, porque todos salen a lavarse las manos y tras de eso a decir que la única culpable es la universidad y su pésimo servicio.

 

Como conclusión vale la pena afirmar que “no es cuestión de leche, es cuestión de actitud" como lo propone el libro del psicólogo venezolano, Carlos Saúl Rodríguez, que narra cómo se construye una vida provechosa a partir de la buena actitud, pues volviendo a la primera frase lo que importa es lo que hace el estudiante por su educación, el interés que éste muestre por aprender y crecer profesionalmente.

 

De qué vale desgastarse pensando en que el servicio es malo, si nosotros como usuarios no proponemos un cambio. La tarea de la educación superior no sólo está en manos del Estado o los directivos de las universidades, está en manos de los estudiantes que día a día se pasean por las aulas, ellos son los que realmente deben proponer una transformación.

 

Sólo así tendremos la universidad que necesitamos, una donde el universitario sea propositivo y actor de su aprendizaje y donde el docente no sólo se ocupe de dar cátedra, sino que también motive. De esta manera a la hora evaluar la calidad de las   si se podrá hacer a través del cómo aprenden sus  .